miércoles, 16 de febrero de 2011

Se perdió y lo encontré.

Un tarjetero donde llevaba documentación esencial (dni, tarjeta bancaria, tarjeta de la seguridad social, etc.) se me perdió ayer noche. Podía haberse perdido a la salida de la estación de metro, en una cafetería, en la calle y he estado culpabilizándome por lo incauta que había sido al tenerlo en el bolsillo trasero del pantalón, y por no haber tenido más cuidado. Me daba miedo haberlo perdido, sobre todo, porque me daba pavor pensar en los eternos trámites para anular la tarjeta bancaria y que te enviaran una nueva (gasto de tiempo, dinero y mucha paciencia); el tener que volver a las colas de la Policía para rehacer un carnet de identidad, costándote más caro; el tener que seguir trámite tras trámite hasta recuperar cada una de las tarjetas que había perdido.
Tuve suerte, por tener un poco de paciencia y no anular las tarjetas enseguida de conocer su extravío. Tuve paciencia, indagué y recé para encontrar el tarjetero. Hablé con el jefe de estación de metro y el vigilante de seguridad, anduve por la calle desandando el camino, llamé a la cafetería varias veces, hasta que la última vez doy resultado y me contestaron una llamada diciendo que lo tenían allí, en la caja fuerte.
Mi grito de júbilo fue grande y, casi en pijama, me fui junto a mi esposo a recogerlo.
Qué alegría tenerlo en mis manos y qué descanso poder dejar de pensar en lo pesado que hubiera sido tener que recuperar las tarjetas teniendo que resolicitarlas una a una. Di gracias de no tener que hacer ni trámites por internet, ni por teléfono, ni por carta. Di gracias de tener mi tarjetero en mis manos. Tendré más cuidado.
Ya puedo dormir más tranquila.

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