La directora de una UED, con una foto, me pidió que aprendiera a hacer una marioneta con una cuchara de palo. La foto que me enseñaba era de un centro en Holanda donde había cientos y cientos de marionetas distintas.
He buscado los materiales y me he puesto a practicar (ensayo-error) hasta que me ha salido.
MATERIALES:
- Una cuchara de madera
- Tijeras
- Madeja de lana
- Retal de tela
- Velcro autoadhesivo
- Cola (o silicona)
- botones
- Aguja e hijo.
- Un pincel
- Un rotulador indeleble rojo.
- Un poco de plastilina
Para que sepáis cómo lo hice, os adjunto el vídeo tutorial que he diseñado con las fotos que fui haciendo con el móvil en el transcurso de la manualidad.
Se me ha roto el corazón. Duele
muchísimo. Es difícil encontrar a personas que valgan la pena, que lleguen
hasta lo más hondo de tu ser, que se hagan querer como Edvone ha hecho.
Dulzura, carisma, madurez, alegría, la mejor sonrisa del mundo, y un cariño sin
fin que ha donado sin medida. Ha sido y es amiga, hermana, compañera, consejera,
un gran apoyo (ella lo sabe) y una magnífica persona. Pero esta gran persona
regresa a su país de origen, Brasil, mañana. Abandona su país de adopción y a
todas las personas que deja aquí. Le echaremos de menos, y aunque sabemos que
volverá en septiembre por una semana, nos ha prometido que vendrá a visitar su
ciudad de adopción, Sevilla, y a sus amigos que tanto le queremos, una vez por
año.
Le he abrazado fuertemente con
lágrimas en los ojos reprimiendo la acongoja que sentía al ver cerrar la puerta
del coche de Manolo, quien le llevaría a casa con Clea, para pasar su última
noche en Sevilla. Escribo estas líneas liberando esa acongoja reprimida,
soltando mis lágrimas como cascada y no pudiendo quitar el llanto de mi cara,
de mi corazón y de mis manos, que no dejan de esconder mi rostro lleno de dolor
por una pérdida tan sentida.
No se me ocurre otra canción que
unas sevillanas muy conocidas: “Algo se muere en alma cuando un amigo se va,
que va dejando una huella que no se puede borrar…”.
No he dejado de decirte en
todo el tiempo de nuestra salida nocturna de hoy, de tu despedida, “no te vayas”.
No te vas de mi corazón, ni te vas de mi vida, pues te has clavado en ella como
una fuerte raíz. ¡Me has dado tanto! ¡Me has enseñado tanto!
Edi, te deseo mucha suerte, y
sobre todo felicidad. Buen viaje, buena vida. No nos olvides, por favor. Te
quiero muchísimo. Pensaré en ti cada día… y cuando me tome un caipiriña J. “Tranquilita, que no
es juguito”. Te espero, mi amiga, siempre.